martes, 21 de octubre de 2014

#HistoriaDeLosMartes

La tribuna visitante fue un presagio 

Esa otrora tribuna que albergó un inmaculado Alumni, que vio extendidos los trapos longitudinales de las multitudinarias hinchadas cuervas, del Rojo, de la Acadé, de Boca, River o de “los canallas” de Central.
Esa tribuna llena de hinchas de Chicago, un jueves cualquiera, contra los gallegos del Deportivo Español.
Se veía siempre colmada.
Hoy está vacía, producto de esta violencia que supera la década ganada... que pone de manifiesto esta carencia ética-cultural-económica de este contradictorio país que lanza cohetes satelitales mientras mucha gente mendiga por las calles "sin pan y sin trabajo" como en el óleo de De la Cárcova.
Ayer no estaban los hinchas rivales que en algunos casos bajo el rótulo de neutrales aparecen en la tele de "Fútbol para Todos".
La tribuna, junto al estadio todo, aparecía ayer radiante bajo un cielo azul celeste donde brillaba el sol.
Un Globo gigante, solitario, en el centro, presagiaba la fiesta.
Y eso fue el primer tiempo.
El Globo, un Huracán erguido, se llevó por delante, con juego, a un Sarmiento de Junín intrascendente.
Apenas una ráfaga, una pequeña brisa, hizo que el Globo gigante, vaya uno a saber por qué desperfecto, comenzó a esconderse casi desinflado, por una de las bocas de acceso de esa tribuna supuestamente visitante.
Sus dueños o algún hincha, como si fueran los jugadores suplentes que habían ingresado con el correr del segundo tiempo, trataron de inflarlo, sujetarlo, repararlo.
No pudieron.
Permaneció allí, mustio, sin fuerzas, dilapidando su historia.
Como el equipo.
Pasarán los años.
Pasarán los -estos- jugadores.
Pasarán los dirigentes.
Lo que no pasará es el amor de la gente.
Pero estamos cansados.
Perdiendo la fe.


Arq. Marcial Sarrías para Revolución Quemera