“-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado
parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí”
En 1946, Julio Cortázar escribe “Casa tomada”, un cuento que
narra la historia de dos hermanos que viven en una mansión vetusta,
a la cual han dedicado su vida para mantenerla en óptimas condiciones. De
repente, la presencia de intrusos en el fondo de su hogar
los obliga a ir abandonando paulatinamente diversas partes del
mismo, hasta que estos extraños invasores logran tomar toda la casa, y
los hermanos, resignados y sin oponer demasiados reparos, abandonan su
vivienda, tirando la llave por la alcantarilla.
En agosto del 2015, y tras cuatro ciclos en el
club, Eduardo Domínguez será el nuevo entrenador de la
primera división del globo. En su última etapa en Huracán,
fue dirigido por cuatro entrenadores, a saber: Juan
Manuel Llop, Antonio Mohamed, Frank Darío Kudelka, y Néstor Apuzzo; todos
ellos se despidieron del club tras derrotas bochornosas y actuaciones
sospechosas por parte de planteles que se fueron
reciclando, hasta llegar al actual, que aún conserva nombres resistidos, que
formaron parte de aquellas escenas olvidables, que rozaron lo
tragicómico. Tras conocerse la renuncia de Apuzzo, Kudelka sentenció:
“no me sorprende para nada cómo terminó la era Apuzzo”, y, por si fuera
poco, un miembro de su cuerpo técnico terminó con las
vacilaciones, y el mismo día en que se conoció la noticia,
tuiteó lo siguiente: “el tiempo expone a las personas. Sus virtudes y
sus miserias. Orgulloso de estar del lado de los que laburan honestamente día a
día”.
Sabiendo que este secreto a voces que hace tiempo
ronda las inmediaciones del club y que ningún periodista partidario o dirigente
ignora, ¿es correcto entregarle el fútbol profesional a una
persona que, cuando se puso los botines, le faltó el respeto al club?
“Atrás, los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas
nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se
oía nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. “
El presidente no negó que el plantel recibió dinero ($225.000, siendo
precisos) por empatarle a Crucero del Norte. Teniendo en cuenta que las chichas
del hockey se lastiman por la cancha en malas condiciones, y el estadio, a
pesar del buen trabajo de refacción y pintura, aún tiene peligro de derrumbe ¿No era prioritario invertir ese dinero en la sede, La Quemita o el estadio? Estamos a la deriva
nuevamente. Esta comisión directiva es religiosa practicante del azar. Le rinde
culto en exceso. También se lo rinde a sí misma. Su vanidad a veces les impide
analizar fríamente la realidad.
Otra vez la falta de lucidez de la comisión directiva nos enfrenta cara
a cara con una situación crítica. Me veo impelido a considerar que
quienes representan a los socios –es un decir, claro– creen que llegar a esta
instancia delicada va a producir un efecto similar al que se dio con Apuzzo. O
simplemente es inoperancia. Me inclino, sin lugar a dudas, por la segunda
hipótesis.
La
CD eligió “relajarse y gozar”, como declaró el vicepresidente en enero, y
vacacionar en el Caribe. Jamás hubo un proyecto futbolístico, más que seguir
dependiendo de la casualidad, o de las manos mágicas de Díaz. Lo venimos
señalando desde diciembre del año pasado. Hoy, con el barco hundiéndose,
consecuencia de las decisiones (más bien omisiones) de la CD, el presidente
optó por Eduardo Domínguez. Huracán permitió que el hombre señalado
por desestabilizar a los directores técnicos anteriores -por consecuencia próxima,
también al club- ocupe
un lugar que no merece.
"Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó (...) no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados"
Los líderes negativos se burlaron del club, apartando a los anteriores
cuerpos técnicos –con actuaciones indecorosas– y pidiendo premios exuberantes. Ahora que uno de los suyos se
hizo cargo del equipo, tienen el control absoluto. Es cierto, para que eso
suceda, alguien debió permitírselo. El globo tiene su casa tomada, y
se resignó a que los invasores fueran ganando terreno. La casa es nuestra,
de los socios, pero ya no tenemos dominio real sobre ella; la llave, como en el
cuento de Cortázar, está en las alcantarillas, y no en nuestras manos. Dependemos
de la buena voluntad de quienes jamás demostraron tenerla. Recemos para que
no le hagan más daño.
La pregunta es… ¿quién es el culpable
de que nuestra casa haya sido tomada? ¿en quién se encarnan estas
características de Irene y de su hermano –la apatía, la resignación y el
desinterés ante la usurpación–? ¿en el plantel? ¿en la CD,
que les da la potestad de hacer lo mencionado anteriormente? ¿O en nosotros, por no
comprometernos lo suficiente y no exigirle nada a nuestros dirigentes?
“Antes de alejarnos tuve lástima, cerré
bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a
algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y
con la casa tomada.”
Agustín Macri